martes, mayo 31, 2005

Una historia

"Pero quien te da, también te quita. Antes de mi cumpleaños soñaba con encontrármela en algún momento, pero ahora no quiero ni verla por casualidad. Será por eso que me juega malas pasadas. Parece que está volando cerca: es la cuarta persona en el día que veo en esa condición. Mientras que no vuele sobre mí…

- ¿Vos estás segura? Yo ya te dije que no cuesta nada esperar…
- Ya tengo 15, amor. Y yo decidí esto. Y sé que te morís porque pase. Es mi cumpleaños y la quiero pasar bien, la quiero pasar como nunca…

Debió ser por los nervios, pero podría jurar que cuando estábamos acostados laví curioseando; me pareció divisar un largo cuello arqueado que se asombra por la puerta de la habitación. El apuro había dejado que me olvidara de cerrarla. Ahora podía ser demasiado tarde…Estuvo con ataques de hambre toda la semana (especialmente de chocolates), pero cuando se encontraba con él se le iba el apetito. Igual ella presentía que algo había pasado: lo que vio no debió ser pura imaginación, ese cuello era real seguramente, y quien tuviera el mismo le había dado algo. Pero también sabía que ya era demasiado tarde como para cerrar la puerta.

- ¿Estás loco? Yo no voy a hacer nada, mirá si me pasa algo. Mejor dejemos todo así como está. Puede ser lindo.
- ¡La loca sos vos!! Pensá en todo lo que va a venir después. Además si no lo hacés, olvidate de mí para siempre! No pienso pasar por esto.

Pero quien te da, también te quita. Porque no era conciente del peligro que corría, y quizás también porque en parte no quería perder nada más, decidió ir, decidió hacerlo, lo decidió por él. Ahí pudo contemplarla. La vio tan imponente que ya no le pareció vulnerable, no era imaginaria; y aunque el negro de las alas hizo su contraste, la pensó tan pura que omitió observar el terreno pantanoso que le prendía de las patas. Después de esa imagen: la intervención. Fue algo fugaz, pero extraño. Y excesivamente estrambótico: sentía cómo manaban de sí tantas cosas… cosas que eran algo más que chocolates...
Pero quien te da, también te quita. Y sí, fue fugaz pero también muy doloroso. No estuvo tranquila en ningún momento, pero fue aún peor cuando dejó de sentir la mano de su novio apretando la suya. El malestar que sintió durante la operación se agudizó en este momento. El dolor que afligía era máximo y creyó saber la razón. Cuando abrió los ojos distinguió a la cigüeña que acababa de salir volando de la habitación: tenía parte de las alas rojas, y el pico bañado en sangre. Automáticamente dirigió su vista hacia la alfombra (antes amarilla) donde estada recostada. Al igual que los paños a su izquierda, estaba completamente roja. Todo estaba por culminar. ¡Si hubieran podido ver sus ojos! Antes de cerrarlos por última vez cayó una gran lágrima desde la superficie vidriosa que aún reflejaba aquel pico ensangrentado."


Por: Constanza.

Lo leí en lo de AldY y me pareció bueno. Daría para hablar mucho sobre el tema, pero es taaan jodido que no puedo verter palabrillas a la ligera, mejor en otro momento.