jueves, octubre 20, 2005

Ojo al piojo

Adicción a las compras

Fuente: CN

Ir de compras para algunos puede ser sinónimo de abastecerse con lo mínimo e indispensable, es decir, una acción destinada sólo cubrir las necesidad básicas, para otros una “tarea pesada” de esas odiadas y que es preferible evitar (motivos: se pierde tiempo, nunca se encuentra lo que se busca, la mala atención, etcétera) y para otros además de ir en busca de lo indispensable, de vez en cuando, significa darse “un gustito” superfluo. Pero cuando ir de compras se convierte en un impulso, imposible de controlar y cuando además, esta acción causa sentimientos de culpa, vergüenza, irritabilidad e inclusive problemas económicos graves, se está ante una persona adicta a las compras.
Se trata de una patología que se enmarca dentro de los que los especialista llaman socioadicciones, ahí se encuentran también la adicción al celular o a Internet, por ejemplo.

El psicólogo español Javier Garcés en su libro “La adicción al consumo: manual de información y autoayuda” dio las primeras pistas de la incidencia de la adicción a las compras en Europa. Se afirma, por ejemplo, que el 33,22 % de los consumidores adultos europeos “presenta un nivel alto de adicción al consumo irreflexivo o innecesario, tiene problemas graves de compra impulsiva o una falta de autocontrol económico”. Dentro de la población adicta a las compras, el 3 % llega a niveles que pueden considerarse patológicos.

Lo cierto es que para los especialistas, la adicción a las compras es un trastorno de comportamiento que generalmente esconde elevadas dosis de depresión y autoestima y que se da sobre todo en las mujeres. De ahí ese estereotipo social de mujer deprimida que se va “de shopping” para tratar de maquillar su verdadero problema.

Para Garcés, según su investigación, las mujeres suelen ser “de forma altamente significativa”, mucho más adictas a estímulos de consumo (sobre todo entre los 30 y 50 años). Ello se debe en gran parte a la atracción frecuente de éstas por las tiendas y comercios, por ver vidrieras, acompañar a otras personas a hacer sus comprar y hasta ir a grandes supermercados aunque no se tenga nada que comprar. “También ha resultado evidente que las mujeres utilizan más la compra para afrontar situaciones de tristeza, abatimiento y depresión”, señala el estudio.

El mismo informe apunta como factores que contribuyen al nacimiento y mantenimiento de la adicción a las compras, lo siguiente:

• Existencia de insatisfacciones vitales, frustraciones y otros problemas psicológicos (estrés, del vacío existencial) que buscan salida y se proyectan a través del consumo y de la adquisición de cosas nuevas.

• La influencia de la publicidad omnipresente que invita constantemente a la compra, presentando un mundo en el que la felicidad y orgullo de las personas dependen de los productos que puedan adquirir. Productos que, por otro lado, son siempre renovados, de forma que la atención debe fijarse en “lo que aún no he comprado” y lo que ya se tiene pierde su valor.

• El ego y la vanidad encuentran una vía de satisfacción a través del “tanto tienes, tanto vales” que es aceptado implícitamente por el uso social y es estimulado, explícitamente, por la publicidad.
Por otro lado, los últimos estudios sobre el tema señalan también que hay una propensión cada vez mayor de los jóvenes a sumirse a la vorágine del consumo.

¿Cuándo se sabe si uno es un adicto a las compras?
• Cuando no puede controlar el impulso a adquirir productos.

• Cuando es una acción reiterada y tiene efectos negativos en la persona: sentimientos de culpa y de vergüenza, ansiedad, irritabilidad, problemas económicos, familiares. La persona vive su conducta de comprar como algo que escapa de su dominio o control.

Es importante que la persona afecta reconozca que padece una adicción a las compras. En estos casos se requiere ayuda especializada y la comprensión y afecto de los amigos y familiares más cercanos. Desde el punto de vista psicológico se buscan terapias que, ante todo, estabilicen al paciente y lo saquen de la sensación de vacío que a veces lo acompaña.