miércoles, noviembre 09, 2005

the KEY word

Ya habló sobre ello miss Edna McFate hará cosa de un año: Dime qué llavero usas y te diré quién eres. Y como ya es conocido el hecho de que miss A. Donosi, alias Talita, no tiene nada mejor que hacer, la otra vez me puse a recolectar los llaveros de mi vida (después los tiré a la basura, hay que vaciarse para recibir lo nuevo, pero esa es otra cuestión).

+ El primero en mi vida fue uno que me compró my beloved sister, de Silvestre bailando, a los 17 años, que fue cuando por fin me dieron las llaves del palacio familiar. Un poco grandulona, pero vengo de una flia sobreprotectora, qué le vas a hacer.
+ Durante un tiempo, el minino se vio acompañado de una hache (la letra) gigante de goma rosada, que rescaté de un juego de niños incompleto que iba a ir a dar a la basura en el hospi (me gustaba un Hernán, y yo era en esa época lo que denominamos una terrible cursi).
+ Luego de unos 8 años, Silvestre ya estaba para el retiro, y justamente una *so called friend* (las cosas no terminaron muy bien between us) me regaló uno de Yo Matías yéndose a dormir.
+ En el 2000, durante mis guardias en un blood-bank, me agencié (again, convengamos que no he invertido mucho dinero en llaverillios) un llavero de dicha institución ("Donar sangre, es donar vida"), el cual se unió a Matías (Silvestre dormía ya en un cajón de mi escritorio el sueño de los justos).
+ A estos dos se sumaron elementos que si bien no son llaveros propiamente dichos, caen en la volteada: uno era uno de esos rulos de metal donde se engancha la llave, que me dio otra amiga para que la tuviera siempre presente (con esta chica también nos distanciamos, noto un patrón peligroso respecto a las ladies que me regalan llaveros ), y el otro era un cordoncito rojo que no tengo la menor idea de donde lo saqué.
+ Finalmente, coincidiendo con la ruptura sentimental con la donante del Matías, una vez me subí a un cole y vendían llaveros de Bellota, la Superpoderosa, así que ahí nomás la compré, volando diáfanamente hacia el espacio (ella, no yo, se cae de maduro), y Matías,ya un tanto maltrecho para entonces, se fue a acompañar a Silvestre, hasta que el otro día me decidí a tirarlos y acá estamos.

Convengamos que saco material para un post de cual-quier-co-sa, pero que tengo labia (leáse: toco bien el charango), tengo, eh!!!