jueves, diciembre 15, 2005

Cada cual con su juego

+ Maestra de escuela rural.
+ Madre soltera que vivía en una pensión y no tenía para pagar el alquiler y la estaban por echar a la calle y a la noche como era muy pobre en vez de cenar les daba a sus hijos té con leche y pan.
+ Misionera que iba a evangelizar a *los indios* y les hacía comida y vivía en una carpa bajo el ardiente sol de África.
+ Secretaria ejecutiva de una importante empresaria de la moda. O a veces la empresaria, según como se repartieran los roles.
+ Diseñadora de ropa.

No, no son heroínas de telenovelas. Son los juegos que jugaba con mi hermana cuando era chica. Acoto: La comida de los indígenas era sopa de broches de la ropa y geranios de mi mamá, en tiempos de sequía solamente los broches, porque mi progenitora nos cortaba los víveres con las plantas (leáse: nuestra vida corría peligro si le arrancábamos una hoja más a los vegetales residentes en nuestro patio). Los diseños de ropa eran para mis muñecas, pero todavía tengo las carpetas guardadas. Era muy creativa, todo hay que decirlo, aunque con clara influencia ochentosa. La cuestión de la repartición de roles, traducida, es que yo siempre quería la batuta, perooo, si mi hermana se levantaba rebelde, tenía que dejarle un papel importante o no jugaba, y si ella no jugaba, como que no se podía seguir con la cosa, ya que mis muñecas, aunque muy atentas ellas, nunca tuvieron un buen feedback a mis reclamos. Razón por la cual más de una vez terminé haciendo de secretaria o alumna de nuestra escuelita, cuestión un poco jodida ya que la maestra (mi sister) era aún analfabeta.
Detallito: mi hermano varón evidentemente tenía otros intereses, pero por ser el más chico lo reclutábamos forzosamente de *indio evangelizado* más de una vez. Claro, la cosa no era tan fácil a la hora de hacerle tragar los broches, pero una se debe a su público.

Debe ser que yo de chica leía too mucho, a lo mejor...